¿Se puede ser un buen conductor hoy en día? ¿Puede que exista alguien que sea capaz de respetar todas y cada una de las normas de circulación sin sufrir un brote psicótico? Es más, tengo mis dudas acerca de cuál es el objetivo del código de circulación, si ayudarnos a conducir en condiciones de seguridad o situarnos en una especie de puzzle psicotécnico.
Éstas y otras muchas dudas me asaltan de vez en cuando. Sobre todo cuando me veo atrapada en un mar de luces rojas, ruidos de cláxon y caras estresadas. Sí, eso mismo, en un atasco. Son momentos en los que te da tiempo a todo. Reflexionar sobre el estresante día que va tocando a su fin, sobre lo frustrante que es llegar tarde a una cita, o la interminable lista de tareas que podrías haber hecho durante ese espacio tan preciado de tiempo...
“Y yo aquí atrapada, con las ganas que tengo de darme una buena ducha calentita... y no tengo nada de cena, ni ganas de cocinar ni de nada. Total, a la hora que voy a llegar, mejor me acuesto y hasta mañana ¿no?”
Y un mar de kamikazes humanos desfilan por el asfalto, con rigurosidad militar, en fila india, uno detrás de otro. Movimientos en un limitado espacio físico, una jaula de pintura blanca sobre el suelo. Como si fueran a poder adelantar algo por gesticular y asomar la cabeza por la ventanilla. Un cigarro que se enciende para matar el tiempo y su propia existencia; el teléfono móvil cobra protagonismo no sólo por la transgresión de lo prohibido sino por la facilidad con la que la conciencia humana se olvida de lo correcto.
Momentos de soledad no disfrutada. Tú y tus pensamientos sólo interrumpidos de vez en cuando por alguna pista de cuál es el motivo de tanto alboroto circulatorio. “Seguro que ha habido un accidente, no es normal este atasco”. Un signo se asoma para arrojar algo de significado al caos. Te haces a la idea de que te queda todavía un buen rato en esta situación. Te resignas. Te enfadas. Te vuelves a ensimismar en tu propia autocomplacencia.
De repente todo ha acabado. Vuelves a tomar velocidad, todavía incrédula de que esto esté ocurriendo tan pronto. Donde hasta hace unos instantes había un total colapso de chapa ahora hay espacio, distancia. Como ver la luz al final del túnel.
“Pero, ¿dónde está el accidente? ¿no hay nada? ¿ni un simple coche volcado? ¿nada? No puede ser que tanto alboroto haya sido producto de nuestra propia estupidez... Bueno, lo mismo me da tiempo todavía...”

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja aquí tu comentario...
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.