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sábado, 3 de septiembre de 2011

DEL PROPÓSITO DE LA BITÁCORA AL HECHO DEL VIAJAR

Quiero compartir desde este, nuestro espacio de libertad vigilada compartido y a su vez digital, una pequeña crónica que redacté durante el inicio de LA LUNA DE MIEL JYL 2011. Fue durante el viaje en ferry de ida a Santorini desde el puerto de Mykonos, cuando las olas eran un fenómeno anecdótico y no impedían la escritura manual (ya tan anticuada, pero esencial) en mi pequeño cuadernito rosa con topos blancos, donde anoto todo lo que considero “importante como para recordar”.

Traslados Sevilla- BCN – Mykonos – Santorini. La jornada se presenta dura. El viaje hasta nuestro destino es largo, tenemos que cambiar mucho de transporte y en fin, estamos deseando llegar. Vamos cansados por la mala noche en el aeropuerto de El Prat, T1 (la que está más lejos, como no!). La llegada a Mykonos nos ha dado aliento porque nos ha resultado cuanto menos hermosa. Es una isla diferente a las que hemos ido hasta ahora: terreno muy árido, rocoso y muchas, muchísimas cuestas. Pero no por ello es menos grandiosa. Las pequeñas siluetas de las casitas griegas salpican la roca. Parece una pintura alegre, un espíritu hippie que contagia una magia natural y espontánea. Hemos explorado un poco el centro de Mykonos Town hasta la hora de salida del ferry que nos llevará a Santorini - Thira, donde estaremos cinco días. Nos hemos perdido por el laberinto blanco y me he doblado los dos tobillos por lo menos tres veces. Sí, soy la pupas. El suelo de losas irregulares no se lleva nada bien con las cuñas de plataforma. Dato a recordar. Otra cosa no, pero nos hemos dado cuenta de que los griegos, o en su defecto, sus turistas potenciales, son gente muy ostentosa porque casi todas las tiendas son joyerías, con alhajas de no menos de 1000 euros!!! Un pasote. Mi amore ha descubierto una tienda de guitarras muy escondida (parece que las huele el joío). Creo que después de todo lo que curra se merece comprarse una buena española a la vuelta. Ya con hambre, a eso de las 12.30 hora griega (sí, nos adaptamos muy rápido a los hábitos de los guiris) hemos parado en una terraza frente al puerto. Los camareros hablaban muy bien el español (sí, nosotros arriesgando). Hemos comido unas pitas riquísimas y Juan ha tomado una cerveza Mythos (la Cruzcampo helena). Qué brisa más fresca, qué a gusto y qué de gatos!!!! Tras una larga cola y espera, ambas en la misma proporción, por fin vamos montados en el ferry hacia Santorini, puerto de Thira. ¡Qué ganitas de ver el hotel!

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